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CASTILLOS DE ARENA
paco palafox
1998
Era mediodía, mientras caminaba a la orilla de un playa, la brisa del mar y el sonido de las olas creaban uno de esos momentos en donde quisieras detener el tiempo y disfrutarlo un poco más, al ir caminando, sin querer me distrajo ver a un niño de unos ocho años de edad que estaba sentado en la arena, llevaba consigo una cubeta de plástico y algunas herramientas del mismo material, con colores brillantes, y el niño estaba totalmente concentrado en lo que para el era un “castillo”.
Me acerqué discretamente para tratar de escuchar lo que le decían sus padres sin que advirtieran mi intromisión, me senté a observar, el pequeño, se esforzaba en llenar su cubeta, y tratar de acomodar cada una de las paredes de su obra maestra, los padres lo animaban diciéndole que su castillo era hermoso, pero yo trataba de encontrarle forma a ese montón de arena y nunca lo pude hacer, pero el creía que en realidad era un castillo, pasaron los minutos y como es natural la marea comenzó a subir, el niño estaba dándole los últimos detalles a su obra, por fin puso una concha de mar como supuesta puerta de su castillo y le gritó al papá para que lo viera terminado, pero aun no volteaba el padre, cuando de pronto una ola pequeña alcanzó a mojar los cimientos de ese “castillo”, y en cosa de segundos se vino abajo todo el tiempo que le había llevado al niño construirlo.
La primera reacción del pequeño fue de asombro e inmediatamente después rompió en un llanto que combinaba la frustración, con el enojo y el dolor, sin embargo el padre se acercó a él y lo abrazó, le dijo que no se preocupara, que eso pasaba siempre cuando se construían castillos de arena en el mar, pero que más tarde en casa construirían uno de verdad, de piedra que no lo tirara nadie, el niño, seguía abrazado al padre y se consoló y entre el llanto y los brazos de papá quedó profundamente dormido, soñado.
¿Cuántas veces no hemos sido como ese pequeño niño que tratamos de hacer nuestros propios “castillos” de arena?, trabajamos pensando y creyendo que lo que hacemos por nuestra propia cuenta es una gran obra, algo importante y que todo mundo lo va a apreciar, y nos va a admirar de cierta forma, pero de pronto, cuando menos lo esperamos viene una pequeña “ola de la realidad” y desvanece de forma instantánea lo que creímos por algún momento que era un castillo.
Lo importante no es lo que nosotros estemos creando, lo importante es sobre qué fundamento estamos trabajando, hay muchos fundamento erróneos que nos llevan a hacer cosas que llaman la atención y pueden ser dignos de admiración, pero cuando están construidos sobre un cimiento inseguro, no pasará mucho tiempo en que se vengan abajo, puede ser que aquello que estas pensando o haciendo s este fundamentado en un simple orgullo de crear por recibir la atención de los demás, otra razón puede ser el ganar dinero y satisfacer deseos egoístas, o ganar fama, reconocimiento y vanagloria. La Biblia es muy clara en este punto, ya que nos dice la Biblia: “nada hagáis por contienda o vanagloria”.
Cada sueño que este naciendo en tu corazón o en tu mente, trata de llevarlo inmediatamente a los pies de Dios, busca cimentarlo en Dios, en la roca firme y sobre ese cimiento empieza a construir tu “castillo”, y así aunque venga una ola muy fuerte no se va a venir abajo porque el principio de construcción es un principio que nada lo podrá mover, es Dios mismo.
Soñar es una bendición que Dios nos ha regalado y de nosotros depende la forma en la que la podamos aprovechar, habrá quien se porte indiferente ante lo que El puede y quiere hacer con nosotros si es que se lo permitimos, y habrá también la persona que acepte tomar el reto de soñar, que se atreva a creer que Dios puede hacer grandes cosas a través de nuestra vida pero El necesita una sola cosa: DECISIÔN, tù tienes en este momento las dos opciones ante la vida y tu futuro, voltea un momento al cielo, porque estoy seguro que Dios mismo te está hablando a tu corazón y te dice:
¡¡¡Atrévete a soñar!!!
www.pacopalafox.compaco palafox
1998
Era mediodía, mientras caminaba a la orilla de un playa, la brisa del mar y el sonido de las olas creaban uno de esos momentos en donde quisieras detener el tiempo y disfrutarlo un poco más, al ir caminando, sin querer me distrajo ver a un niño de unos ocho años de edad que estaba sentado en la arena, llevaba consigo una cubeta de plástico y algunas herramientas del mismo material, con colores brillantes, y el niño estaba totalmente concentrado en lo que para el era un “castillo”.
Me acerqué discretamente para tratar de escuchar lo que le decían sus padres sin que advirtieran mi intromisión, me senté a observar, el pequeño, se esforzaba en llenar su cubeta, y tratar de acomodar cada una de las paredes de su obra maestra, los padres lo animaban diciéndole que su castillo era hermoso, pero yo trataba de encontrarle forma a ese montón de arena y nunca lo pude hacer, pero el creía que en realidad era un castillo, pasaron los minutos y como es natural la marea comenzó a subir, el niño estaba dándole los últimos detalles a su obra, por fin puso una concha de mar como supuesta puerta de su castillo y le gritó al papá para que lo viera terminado, pero aun no volteaba el padre, cuando de pronto una ola pequeña alcanzó a mojar los cimientos de ese “castillo”, y en cosa de segundos se vino abajo todo el tiempo que le había llevado al niño construirlo.
La primera reacción del pequeño fue de asombro e inmediatamente después rompió en un llanto que combinaba la frustración, con el enojo y el dolor, sin embargo el padre se acercó a él y lo abrazó, le dijo que no se preocupara, que eso pasaba siempre cuando se construían castillos de arena en el mar, pero que más tarde en casa construirían uno de verdad, de piedra que no lo tirara nadie, el niño, seguía abrazado al padre y se consoló y entre el llanto y los brazos de papá quedó profundamente dormido, soñado.
¿Cuántas veces no hemos sido como ese pequeño niño que tratamos de hacer nuestros propios “castillos” de arena?, trabajamos pensando y creyendo que lo que hacemos por nuestra propia cuenta es una gran obra, algo importante y que todo mundo lo va a apreciar, y nos va a admirar de cierta forma, pero de pronto, cuando menos lo esperamos viene una pequeña “ola de la realidad” y desvanece de forma instantánea lo que creímos por algún momento que era un castillo.
Lo importante no es lo que nosotros estemos creando, lo importante es sobre qué fundamento estamos trabajando, hay muchos fundamento erróneos que nos llevan a hacer cosas que llaman la atención y pueden ser dignos de admiración, pero cuando están construidos sobre un cimiento inseguro, no pasará mucho tiempo en que se vengan abajo, puede ser que aquello que estas pensando o haciendo s este fundamentado en un simple orgullo de crear por recibir la atención de los demás, otra razón puede ser el ganar dinero y satisfacer deseos egoístas, o ganar fama, reconocimiento y vanagloria. La Biblia es muy clara en este punto, ya que nos dice la Biblia: “nada hagáis por contienda o vanagloria”.
Cada sueño que este naciendo en tu corazón o en tu mente, trata de llevarlo inmediatamente a los pies de Dios, busca cimentarlo en Dios, en la roca firme y sobre ese cimiento empieza a construir tu “castillo”, y así aunque venga una ola muy fuerte no se va a venir abajo porque el principio de construcción es un principio que nada lo podrá mover, es Dios mismo.
Soñar es una bendición que Dios nos ha regalado y de nosotros depende la forma en la que la podamos aprovechar, habrá quien se porte indiferente ante lo que El puede y quiere hacer con nosotros si es que se lo permitimos, y habrá también la persona que acepte tomar el reto de soñar, que se atreva a creer que Dios puede hacer grandes cosas a través de nuestra vida pero El necesita una sola cosa: DECISIÔN, tù tienes en este momento las dos opciones ante la vida y tu futuro, voltea un momento al cielo, porque estoy seguro que Dios mismo te está hablando a tu corazón y te dice:
¡¡¡Atrévete a soñar!!!
palafoxplanet@hotmail.com
1 comentarios:
28 de diciembre de 2010, 12:22
me gusto el relato, muy educador y reflexivo, gracias